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Cómo controlar las malas juntas

Un modo de mantener cierto control es conocer a sus amigos, que visiten la casa, saludarlos si se los encuentra en la calle. Así uno también puede hacerse cercano a ellos y si el chico alguna vez está en problemas una forma de saberlo es a través de sus amigos.
También debo recibir a quien considero una mala junta porque así puedo conocerlo y plantearle a mi hijo mi preocupación por él desde el cuidado, lo que hace que el retoño esté más abierto a la opinión paterna. Tal vez tiene dificultades familiares que lo hacen meterse en problemas. Sin embargo, hay que conversar acerca de los riesgos a que lo expone esta amistad, sin "atacar" al amigo, pero dejando claro lo negativo de su conducta.
Hay que saber dónde el hijo se junta con sus amigos y qué hacen en el tiempo libre.
También es conveniente conocer a los padres de los compañeros y amigos. Así se puede saber mejor con quién está el hijo. Además pueden formarse redes de apoyo entre los papás para ayudarse a resolver problemas, ya que si mi hijo tiene una dificultad, probablemente ésta ya ha sido enfrentada por otro progenitor. Además los padres pueden llegar a acuerdos respecto a permisos, horarios, etc.
Hay que tener estrecho contacto con la escuela y con el profesor del hijo lo que implica una mayor relación que sólo asistir a la reunión de apoderados. De esta forma puedo saber si el niño presenta algún cambio importante en el colegio lo que puede indicar problemas, que abordados a tiempo pueden ser solucionados con mayor facilidad.
Los niños son más abiertos que los adultos. El hijo puede tener un amigo que fume marihuana, lo que no necesariamente significa que vaya a convertirse en drogadicto. Lo peor que el progenitor puede hacer es vetar al amigo porque sólo ocasiona que se junten a escondidas. Por muy mala influencia que sea, algo bueno obtiene el chico de esa persona; puede ser hasta la posibilidad de ayudarlo.